
31 enero, 2008

25 enero, 2008
Al parecer mi vida definitivamente dejó de ser sabática. Mi temor de volverme una huevona sistémica se está volviendo realidad y no me queda más que asumirlo. No pensé que las cosas iban a ser tan rápidas, pero en fin. A sufrir con los horarios y las obligaciones para después disfrutar la plata. Aún no creo que toda vaya a cambiar. Por el momento esta noche me compro una botella de vodka para despedirme de los viejos tiempos (jajajá).
17 enero, 2008
Aprovechando la vida cultural (la vida en realidad) mientras pueda, anoche me dirigí a la plaza de la Constitución (que es una especie de explanada frente a la Moneda para los ignorantes del paisaje urbano como yo) para ver una adaptacion de la Iliada de un escritor italiano que vino a Chile a ver a la Gordis (Alessandro Baricco). Noche de un día cálido, mucha gente en dicho lugar y todos los actores mijitos ricos del momento. Resistí dos de las tres horas de la sencilla puesta en escena (única y exclusivamente porque estaba que me meaba, porque con este acalor bebo litros y litros de agua en vez de litros y litros de cerveza y/o vodka), muy a mi pesar porque de verdad quería quedarme. En fin, partí a mi pieza solitaria medio cagada de susto vía Alameda despoblada y con mi vejiga traicionera, cual cenicienta sin príncipe azul que quedara atrás en ningún baile, pensando en Helena. La perra de la Amparo Noguera casi me hizo llorar con su interpretación (estaré demasiado sensible?). Que dolor, que arrepentimiento, que resignación. Pobre mujerzuela viendo como dos ejércitos se destripan por ella y algo llamado honor. Bélicos los griegos culiados, y maricones (en el amplio sentido de la palabra). El asunto es que casi lloro y no lo hice porque en esta nueva vida que me invento seré una muchacha más recatada, nada de llantitos públicos, ni de risitas estrepitosas, ni de cancioncitas a toda boca en cualquier parte (nadie cree que canto bonito), nada de excesos (escribo esto y me encuentro aquí sentada con sendo escote, labios y uñas rojas y mi imp
udicia habitual). Me desvío, divago, olvido que este posteo era cultural. Resulta que hace unos días me encontré en un kiosko la edición de una revistilla con ínfulas de vanguardia (intento que se desvanecía al ver en la portada el logo del oficialismo, y que me dicen de la imdependencia) que dedicaba su última edición a nuestro querido y omnipresente Roberto. Blablablax por aquí, blablablax por acá, que mierda se saca en limpio con leer toneladas de críticas si leer un libro es algo tan personal, tan receptor, tan individual, tan interpretativo? Porque no escriben lo que escriben tratando de dar un punto de vista (desde el mio así debería ser), sino aseverando, dando por sentado, dictando cátedra. Entonces para que sirve tanta baba como diría mi también querido don Omar? Para estar en desacuerdo, obvio. Miren que voy a polemizar con Zurita que no he leido nunca ni pretendo hacerlo porque me cae como las buebas (como diría Tomi) con eso de tirarse ácido en los ojos el muy pelotudo que darían otros por ver (a los ciegos y a los no videntes me refiero), mejor que se quite la vida inmediatamente. En fin, este engreidillo dice que en 2666 este muchacho, el autor, no se arriesgó en inventar nuevas maneras, crear mundos lingüísticos innovadores, pone el ejemplo (estúpido, por lo demás) de las pelis supuestamente étnicas habladas en inglés (pelis gringas la fin y al cabo), típico pelotudo que subestima al lector. Por lo demás, fue precisamente esa capacidad lingüística que el tal Raúl ese parece no apreciar (tal vez debería empezar a subestimarse a si mismo primero como lector)una de las cosas que más me gustó del libro. Sin crear lenguajes rebuscados, ficticios, para pensar que los personajes hablaban en la lengua que debían hablar, desde mi punto de vista Bolaño si fue capás de expresar la diversidad idiomática en su obra, sobre todo en la parte del Fate, donde sentía estar leyendo una buena traducción desde el inglés (de hecho fue uno de los argumentos que utilicé hablando de 2666 con JJ). Así Sr. Zurita, mejor vaya a suicidarse.

16 enero, 2008

En esta ciudad hace un calor tan agobiante que te pega la ropa al cuerpo, te tumba en el banco de alguna plaza, te hace recordar otros momentos de calor. Me gusta el calor, supongo que es mi elemento, perfectamente podría vivir en un lugar de cuarenta grados a la sombra y jugo de tamarindo. Excitante calor. Ayer leí horas frente a una pileta la vida de Federico y no me cansó el calor sino un dolorcillo en el coxis. Es extraño ver a tanta gente y no saludar a nadie, ya me imaginaba yo algún suplementero en bicicleta, algún alcohólico anónimo, mi único amigo basurero, alguna de mis amigas jóvenes, algún amante, pero nadie, kilómetros a la redonda de soledad desatada. Eso me hizo recordar tiempos fríos, cuando después de haber pasado los primeros diez años de mi vida en esta misma ciudad (llena de amigos, con una vida socio-política absolutamente armada) me arrancaron de cuajo, me alejaron de esta urbe de plátanos orientales a las selvas del sur. Y ahí estuve sola, con todo el tiempo para mi y mis primeras perversiones. Ahora lo recuerdo y entiendo porqué extrañaba tanto estar sola. Me voy a convertir en el monstruo que debí ser hace mucho tiempo.
15 enero, 2008
Un tipo que conocí mientras trabajaba en el ciber del Leo y que para varear llegó a engrupirme con un libro, me dijo que después de leer a Pessoa mi vida no iba a ser la misma. Como pueden imaginar me cagué de la risa en su cara y lo encontré tan patéticamente ridículo que no lo quise ver nunca más (de hecho cada vez que lo veo le hago la tremenda bicicleta). Pero me quedé con el libro, así como tentando a la suerte y una vez más yo estaba equivocada. Me gustó tanto esa antología que la verdad es que ni se la pienso devolver, pero el cambio en mi vida fue más radical, casi como una premonición, un augurio, que se yo.
Así que aquí estoy, viviendo después de nueve años en el lugar del que tanto renegé, escapando como siempre, tratando de inventarme otra vida. Y es todo tan nuevo y hace tanto calor y estoy tan definitivamente sola (por primera vez, yo que tanto lo andaba buscando). Y esta ciudad me recuerda un dolor que no me dejaba dormir (en nada parecido al que siento ahora y en el que a pesar de esa certeza continuo, exagero), que me traía sonámbula, hecha un despojo cagado de miedo, un despojo de mierda que no hizo nada con esa vida que tenía entre las manos, cuando hubiese sido tan fácil ser feliz, amacharse y partir. Siento, por lo menos hoy , que soy incluso peor que eso, que soy el sobrante de esa muchacha de 18 que llegó una mañana a Santiago de Chile con todos los sueños rotos. Entonces tendré que rearmarme o simplemente desistir.
14 enero, 2008
La Muerte. No la pequeña muerte. La grande, la con mayúculas, la aterradora, la sanadora. En días como este me entra un miedo tan natural que no sé porqué llega en días como este. Será porque se murio mi abuelo Landa (landa cagando le decían y se le ocurrió largarse el 24 como acto cúlmine) o porque murió un poeta que se llama como mi poeta o porque a veces me vienen estas menstrualidades devastadoras de me destrozan al cuerpo y la tranquilidad. Como siempre no tengo respuestas, pero camino con más ciudado, me alejo de los balcones, escondo mi pistola. No quiero creer que este temor y esta tristeza tengan nombres de hombres que ya no volveré a ver.