Veintidós días sin beber. Veintidós días sin fumar. Casi un año sin drogarme. Veintiocho kilómetros corridos en bajada porque de subida después me duele la espalda. Cita con el psiquiatra después de tres meses donde todo parece ir mejor y acordamos bajar la dosis del medicamento al mínimo. Cita con la oftalmóloga para cambiar los lentes y una inversión en lujo que sin dudas me merezco pero espero cierto reemnbolso de mi seguro médico. Hoy cita con el osteópata para ver de que va. Realmente me siento bien, mi energía está a tope, subo escalera y hago sentadillas casi todos los días, he leído tres libros, cosa que no hacía hace años y estoy duermiendo bastante mejor. Volví a tener metas, a llevar una agenda, a organizar mi vida con colores, escucho podcast de historia del arte y empecé con la música clásica. Me gusta mi trabajo, está lleno de conchasdesumadre pero como la vida misma y aprendo a moverme entre víboras y no pisarles la cola. El cinismo de la gente ya no me sorprende y prefiero no tomarme las cosas personalmente. Estoy enamorada, nada nuevo se dirán, pero mirar esos ojos tranparentes y ver amor de vuelta me llena el corazón y el cuerpo. Soy feliz.
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