Anoche bebí (y fumé). No hasta el vómito biliar pero si lo suficiente para despertar con una resaca incómoda y el cuerpo cortado como dicen por mis tierras australes. Lo dejo de nuevo sin remordimientos porque lo bien que me siento en la abstinencia no tiene comparación con el poco placer que me queda. La sensación de conciencia me encanta, seguramente porque estoy mucho más a gusto conmigo misma y con mi vida que cuando prefería mirar el mundo desde la pandereta del alcohol. Recuerdo claramente y aunque es contradictorio porque seguro en ese momento estaba ebria, una conversación que tube con Dimitri donde le explicaba porqué prefería encaramarme ahi para mirar todo los que había detrás, que me parecía mucho más interesante y hasta mucho más verdadero. Y claro que lo prefería; estaba enamorada de un hombre que sólo me quería coger, me gustaba su amigo al que yo sólo me quería coger (aunque también confudí aquello con amor), había perdido a mi mejor amiga, no encontraba el trabajo que esperaba tener al salir de la universidad, vivía con un montón de gente y por primera vez me enganchaba con la merca. No tenía ideas ni propósitos, mi única tabla de salvación era entrar en la noche y embriagarme y jalar coca y seducir a quien quisiera ser seducido. Mi vida ha dado otras vueltas donde me he sentido tanto o más desorientada, momentos donde he bebido e inhalado incluso más que en 2006, pero ahora no es uno de aquellos momentos, al contrario, mi vida se empieza a poner en orden, tengo un buen trabajo, encontré un piso que puedo pagar, mi hijo llegará pronto, estoy enamorada de un hombre que no sólo me quiere coger.
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