17 enero, 2008

Aprovechando la vida cultural (la vida en realidad) mientras pueda, anoche me dirigí a la plaza de la Constitución (que es una especie de explanada frente a la Moneda para los ignorantes del paisaje urbano como yo) para ver una adaptacion de la Iliada de un escritor italiano que vino a Chile a ver a la Gordis (Alessandro Baricco). Noche de un día cálido, mucha gente en dicho lugar y todos los actores mijitos ricos del momento. Resistí dos de las tres horas de la sencilla puesta en escena (única y exclusivamente porque estaba que me meaba, porque con este acalor bebo litros y litros de agua en vez de litros y litros de cerveza y/o vodka), muy a mi pesar porque de verdad quería quedarme. En fin, partí a mi pieza solitaria medio cagada de susto vía Alameda despoblada y con mi vejiga traicionera, cual cenicienta sin príncipe azul que quedara atrás en ningún baile, pensando en Helena. La perra de la Amparo Noguera casi me hizo llorar con su interpretación (estaré demasiado sensible?). Que dolor, que arrepentimiento, que resignación. Pobre mujerzuela viendo como dos ejércitos se destripan por ella y algo llamado honor. Bélicos los griegos culiados, y maricones (en el amplio sentido de la palabra). El asunto es que casi lloro y no lo hice porque en esta nueva vida que me invento seré una muchacha más recatada, nada de llantitos públicos, ni de risitas estrepitosas, ni de cancioncitas a toda boca en cualquier parte (nadie cree que canto bonito), nada de excesos (escribo esto y me encuentro aquí sentada con sendo escote, labios y uñas rojas y mi impudicia habitual). Me desvío, divago, olvido que este posteo era cultural. Resulta que hace unos días me encontré en un kiosko la edición de una revistilla con ínfulas de vanguardia (intento que se desvanecía al ver en la portada el logo del oficialismo, y que me dicen de la imdependencia) que dedicaba su última edición a nuestro querido y omnipresente Roberto. Blablablax por aquí, blablablax por acá, que mierda se saca en limpio con leer toneladas de críticas si leer un libro es algo tan personal, tan receptor, tan individual, tan interpretativo? Porque no escriben lo que escriben tratando de dar un punto de vista (desde el mio así debería ser), sino aseverando, dando por sentado, dictando cátedra. Entonces para que sirve tanta baba como diría mi también querido don Omar? Para estar en desacuerdo, obvio. Miren que voy a polemizar con Zurita que no he leido nunca ni pretendo hacerlo porque me cae como las buebas (como diría Tomi) con eso de tirarse ácido en los ojos el muy pelotudo que darían otros por ver (a los ciegos y a los no videntes me refiero), mejor que se quite la vida inmediatamente. En fin, este engreidillo dice que en 2666 este muchacho, el autor, no se arriesgó en inventar nuevas maneras, crear mundos lingüísticos innovadores, pone el ejemplo (estúpido, por lo demás) de las pelis supuestamente étnicas habladas en inglés (pelis gringas la fin y al cabo), típico pelotudo que subestima al lector. Por lo demás, fue precisamente esa capacidad lingüística que el tal Raúl ese parece no apreciar (tal vez debería empezar a subestimarse a si mismo primero como lector)una de las cosas que más me gustó del libro. Sin crear lenguajes rebuscados, ficticios, para pensar que los personajes hablaban en la lengua que debían hablar, desde mi punto de vista Bolaño si fue capás de expresar la diversidad idiomática en su obra, sobre todo en la parte del Fate, donde sentía estar leyendo una buena traducción desde el inglés (de hecho fue uno de los argumentos que utilicé hablando de 2666 con JJ). Así Sr. Zurita, mejor vaya a suicidarse.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

sí, de acuerdo. el poeta-empresa está obviamente compitiendo, y la envidia a secas.
Pero hay que criticar a Bolaño eso sí, el canon anagrama y demás

8:12 a.m.  

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