
Y tuve la cita. Llegué puntual a un teatro de Bellavista. Vimos una obra llamada Porno que obviamente me iba a gustar, pero eso él no lo sabía. Desde ahí, o desde antes en realidad, la mano de Fortuna. Después nos fuimos a un bar a beber él vino y yo Paceña, y blablablá, hablamos. A esas alturas cominezo a darme cuenta que no sé cómo mierda comportarme con un hombre sobria. Todo era muy raro, ahí estaba sintiéndome como una pendeja, como siempre. No le hice ninguna de las preguntas del test de Modelo, es decir que salí de ese encuentro con cueva sabiendo su nombre. Pero si supe otras cosas; que tenía una hija grande, que había estudiado en la Chile (aún no descubro qué), que no era un pendejo ni de esos treintones inmaduros que tanto he conocido (ayer descubrí que edad tiene y no lo pienso decir para que no me canten "cierta" canción de José José), que en política tirábamos para el mismo lado, en fin, cosas. Y claro, me encantó él, milagrosamente reunía todas "las características". Ahí como que me empecé a atemorizar, poco, si tan mamoncita no soy, pero ahí estaba that feeling. Esa noche en un transantiago acordamos otro cita. LLegó el día, llegó la hora y ahí estaba él parado en un esquina...con un amigo. "Bueno-pensé-se lo habrá encontrado, lo estará acompañando, que sé yo". Pero no, este hombre nos acompañaría toda la noche. Al principio como que me dio risa (como tanto, cual era la idea y todas nuestras fraces célebres), después me dentró la furia, me compré una cajetilla de Barclay's que no estaba presupuestada y de dos caladas desaté mi ira. Después me relajé y que más dá pensé, si el amigo era de lo más simpático y es realidad andar por las calles de la capital con dos hombres sub 45 era un gran panorama. Después de mucho caminar terminamos en un bar muy de mala muerte frente al Club Hípico, estaba tranquilo el lugar a pesar que daban un partido de fútbol y tocaban reggaetón. Vino, bebamos vino. Tres botellas. Y ahí estabábamos, yo sin voz, fumando como carretonera y aún así hablando hasta por los codos, contando historias como la de mi sobrino Ibrahim Tito (Ibrahim por el padre de todas las naciones y Tito por un boxeador) o cuando me crucé con Polanski o cuando me quedé encerrada en la casa de la Chini y me tuvieron que ir a rescatar los bomberos. Puras huevadas, para varear. Hasta que se les ocurre irse a un privado a fumar pitos con el dueño del tugurio, tan contento que estaba que le diéramos vida a su local tan de capa caída (ni siquiera supimos el nombre del lugar). Fumaron. Después nos quedamos solos y nos agarramos a besos. Ahí como que me empecé a aterrorizar. No me sentía así desde La Paz '06. Claro entremedio me han gustado varios, el amor loco que me daba por A. cuando andaba bebida, el amor loco que me daba por JJ cuando el cuerpo me lo pedía, etc, etc, pero nada se comparaba con este miedo que tengo ahora, ese sentir que si das un solo paso más allá te puedes caer a un abismo donde todo está patas para arriba y no tiene relación alguna con la vida como te la habías planteado en las veinticuatro horas que pasaron entre que terminaste con el uno y conociste al otro. Lo peor del caso es que a él le pasa lo mismo, anoche volvimos a salir (solos), en realidad nos tomamos uno de esos vinos malos en mi casa, y de repente empieza a tocar el tema "aquel" de lo que había acontecido la noche anterior y yo "trágame tierra" que esas cosas me dan pudor más que empelotarme. Y me queda esta incertidumbre que siento que no llegamos a ninguna conclusión con esa conversa, sólo me quedó claro que él le da muchas vueltas al asunto y yo también pero al parecer por otras causas. A mi me agobia esto de no saber como entablar una relación con un hombre desde la sobriedad, desde la vida cotidiana y no de hueveo puro, no sé como se hace eso. También me atormenta esto del no tirar, me parece tan extraño que un hombre se comporte como hombre y no como animal, casi inconcebible, ¿cual es la puta idea de todo esto? Mientras tanto tendré que vivir con este miedo.