23 julio, 2025

 Siempre pienso en él. Me imagino que el rechazo puede crear una especie de obsesión pero claramente no fue el primer hombre que me rechazo. Tal vez si fue al primero que admiré de alguna forma: me gustaba su casa. Tenia jardín, terraza, muebles fantásticos, muchos muchos libros y una perra amarilla encantadora. También me gustaba él, desde la primera vez que lo vi en Mascara lo encontré atractivo a rabiar, a pesar que esa gorra para alguien de su edad le aportaba un aire de inmadurez que luego descubriría que no solo era un aire y ademas la tapadera de una galopante calvicie. Tenia una cabeza quizá muy grande, una mirada picara, y una barba blanca que me volvía loca. Pero esa primera noche que lo vi también estaba Edu, así que tuve que elegir a mi presa. Luego descubrí que tenia una voz un tanto chillona y un sentido del humor diabólico, poca imaginación como amante y ni una pizca de ternura. Era flaco a punta de bicicleta (también descubrí después que practicaba pilates pero aquello era sin duda solo para encontrar mujeres). Le gustaban las mujeres jóvenes y mas bien morenas, donde yo no cuadraba ni en lo uno ni en lo otro pero tuve su atención tal vez por un mes donde me pidió que dejara a mi novio, que viviéramos juntos con nuestros respectivos hijos, que nos casaramos. Pero tan fulminante como me amo, de un día al otro perdió el ímpetu. Me empecé a desesperar no porque le hubiera creído alguna de aquellas patranas sino porque realmente me gustaba. Estaba tan sola, tan perdida, tan enferma que creer amarlo era como una piedra de salvación y después la rabia que me dio su rechazo, lena para mi fuego. La ultima vez que lo vi le dije que me iba el ocho de abril. Me vine el ocho de abril, fue casi un desafío al desamor. Guardara los largos mensajes que le escribí en mi desesperación? Suelo escribir textos muy bonitos en esas circunstancias, sobretodo estando drogada que era el caso en aquella época. Se dice que se escribe para que nos recuerden; me gustaría que él me recordara.