20 noviembre, 2024

 Tengo el permiso de residencia. Fue tanta la angustia que experimenté estos meses que no pude sentir una alegría desbordante cuando lo supe. Sólo una especie de alivio y esa sensación de volver un poco a mi centro. Con JC hemos tenido días difíciles, una vacaciones fallidas y un episodio de sobrereacción a los que soy tan propensa. A veces me da miedo lo irracional que puedo llegar a ser; de pronto me transformo en esa niña de los primeros años de la adolescencia que ya de alguna manera intuía la complejidad de la vida y se negaba  a aceptarlo. Lo que me desborda es la rabia y cuando eso pasa no hay vuelta atrás, me nublo y hago pendejadas como irme a mi casa caminando a la mitad de la noche con cero grados y casi desnuda. Un demonio infantil y cruel se apodera de mi y miro a los que amo como si los odiara y luego ya no hay manera de deshacer esas miradas por muchas disculpas que se pidan. A pesar de aquello, de que no puedo revertir el tiempo, me gustaría volver atrás y poner algo de dulzura, que sé que la tengo, en esa mirada asesina, amor en la dureza de mis palabras, compasión en mis juicios más feroces. Lo único bueno de volver a comerter los mismos errores es que si tienes algo de sabiduría, puedes analizarlos desde cierta perspectiva. Lo que hago queriendo dañar al otro no es nada más que una forma de hacerme daño a mi misma, el masoquismo y el autosabotaje hacia quien debería tratar con más amor.

04 noviembre, 2024

 Tuve mi primer mental breakdown del autoexilio. La burocracia en Arcadia es compleja y estoy intentando tener el permiso de anual. Arduo trabajo y peor espera. Mi permiso original ya venció mientras espero una respuesta a la solicitud y temía tener que salir cagando el día 31. Todo aquello me tenía los nervios de punta, ese desasosiego que ya me es conocido volvía  a pesar de los antidepresivos. Además de sentirme así, estaba el miedo de volver a sentirme así, que tal vez es peor. Y entonces hace dos semanas, después de dos botellas de vino blanco aunque sin estar borracha, me agarró una lloradera sin precedentes; no podía parar, J.C. estaba razonablemente impactado. Supongo que saqué en ese llanto una angustia acumulada por meses, la verdad es que no he tenido certezas en este viaje y aunque esa situación la tenía más que prevista es distinto vivirlo. En algún momento del melodrama y supongo que queriendo calmarme me dijo que si quería irme a vivir con él y fue peor, porque lo que quiero es tener estabilidad pero una estabilidad mia, tener mi espacio, un lugar donde vivir que pueda llamar chez moi y sé que ese lugar nunca será la casa de mi novio. Me alivia tener esas certezas, aunque sean pocas, esos errores que ya no puedo volver a cometer sin tildarme a mi misma como estúpida. Sólo mi hijo y yo, en algún momento más adelante la Amapola, cuando tengamos un espacio donde esté comoda, no se necesita más para ser feliz.