Ayer acompañé a JC a hacerse una operación. Se suponía que era con anestesia local pero salío borracho de opioides que apenas podía tenerse en pie. Mi función era conducir de vuelta. Dudé en aceptar el requerimiento, siempre me he sentido insegura manejando autos ajenos (incluso el Maruti de mi padre), más aún con un postoperado de copiloto pero después me llamé a mi misma a terreno y me dije CC, gobiérnate, manejaste en tempestades australes cruzando cordilleras, peleando la ruta con camiones acorazados, locos de atar al volante, por ciudades como Santiago de Chile y te vas a dejar amendrentar por una ciudadela más chica que Talca y una ruta cuyo mayor obstáculo son unas mini rotontas y la velocidad máxima permitida son sesenta kilómetros por hora? Pues no, así que hice de tripas corazón y me animé a cargar con semejante responsabilidad. Cuestión, como dirían mis adoradas argentinas, que aquello me hizo recordar cuando acompañé a E a hacerse una endoscopía, y me estoy pasando un par de pueblos en la historia pero enfín.
Para mi siempre fue el Enano Maldito. Lo había visto por primera vez hace más de veinte años en la universidad y siempre lo recordé. Cuandó murió M fui a Valparaíso después de mucho tiempo, me junté con JJ y fuimos a bailar a Máscara para exorcizar un poco la pena. No nos veíamos hacía tiempo y yo estaba con los sentimientos a flor de piel, la alegría del reencuentro y la pena del funeral. Cuando estábamos en la barra pidiendo los covers veo que JJ saluda a alguien, me doy vuelta para ver quien era y se aparece la imagen de E, borracho por supuesto. No me sorprendió que se conocieran, pero me molestó que JJ no lo saludara como correspondía porque estaba conmigo. Siempre la misma historia, sintiendo que me escondía , que no quería por nada del mundo que lo relacionaran conmigo. Ahora lo veo claramente y esa noche fue el principio del fin con JJ. Ya ahí estaban todos los factores que tiempo después quebrarían nuestra relación para siempre. Esa imagen de E se me quedó grabada en la cabeza. En enero, cuando ya estaba instalada en el departamente de JJ, recién comenzando con mi tratamiento para la depresión, un día me llama la Su que iba al Puerto y que saliéramos. Lógicamente terminamos en Máscara y ahí estaba él (también esa noche apareció otro personaje que tendrá cierta relevancia en mi vida pero concentrémonos en E), borracho. Bref terminamos bailando, le dije que lo conocía, desplegué todos mis encantos y también le confesé lo mucho que me había gustado en la universidad pero también le dije que tenía novia y supongo que algunas mentiras más por el estilo que me encantan y colorean mi vida. Días después empezamos a hablar por IG y cuando JJ se fue de vacaciones al norte a cuidar a sus sobrinos, nos juntamos a tomar unas cervezas en el Canario. Claro que nos gustamos, en realidad él me gustaba hace veinte años, pero fuera de aquel aspecto de sátiro había un hombre encantador, culto, amante de los libros y las pelis. Evitamos el contacto físico todo lo posible intentando respetar aquella institución de la pareja monógama heteronormada pero al final se nos fue de las manos. Ahora lo veo con más claridad y yo estaba buscando todos los subterfugios posibles por terminar con JJ que se dió cuenta inmediatamente de lo que pasaba y apenas llegó se armó un quilombo de proporciones apocalípticas. Asumo toda la responsabilidad, no sé terminar las relaciones, no sé ser responsable afectivamente, en definitiva las cago siempre. Me fuí de su departamento y en esos giros inesperados de guión, encontré una pieza de mierda, carísima, pero en Cochrane 87, departamento 8. Era una tranquilidad estar sola, me agobiaba la convivencia antes del episodio E. Entretanto estaba esperando los resultados de los exámenes que me había hecho por el supuesto pre cáncer, con una angustia ya controlada por los medicamentos que tomaba que incluían un antidepresivo, un antipsicótico y una pastilla para dormir. Los recuerdos que tengo de aquella época son tardes muy domésticas con E, nos juntábamos mucho con sus amigos lo que hacía una diferencia abismal con JJ que a la única amiga que conocí fue a una vieja de mierda antipática con su misma superioridad moral y que se pasaba quebrando los huesos y que en su vida cumplía la misma función que su tía en su época, pero borracha. Acá había vecinos, amigos íntimos (una chica muy linda que resultó tener cáncer terminal pero en ese momento no lo sabíamos), mascotas, familia y no menos importante una biblioteca impresionante de la que no saqué ningún provecho. Al poco tiempo ya nos acostábamos sólo a leer, a hacer como que veíamos películas, a tomar tecido. No había nada de pasional en nuestra relación, al contrario de lo que se imaginaba JJ, que nos imaginaba culiando en los rincones más insólitos del Puerto. Supongo que por lo mismo ambos fuimos perdiendo interés y al cabo de unos meses dejamos de vernos. A ese mismo ritmo me volví a acercar a JJ con quien incluso decidimos arrendar un departamento mas grande para irnos a vivir juntos con el niño. Hasta ahora no entiendo porqué lo hice, tengo la certeza que fue algo irracional, culpa, manipulación y la necesidad imperiosa de volver a estar con mi hijo, todo eso pero sobretodo estupidez, la mente nublada por el alcoholismo y la drogadicción que por aquella época estaban en su punto más álgido. La receta infalible del caos.