Winona forever
Ayer me apareció en alguna red social que ocupo más de lo que debería (no tanto como Tinder) esta imagen de Winona Ryder post apocalíptica (como pensábamos que iba a ser, sin imaginar el pijama). La repostee en otra red social sobreutilizada y le agregué mis años más críticos, a saber 2007, 2012, 2014 y 2017 con cuatro emojis cagados de la risa. Después me quedé pensando que solo esos años no eran suficientes para reflejar el caos que ha sido mi vida desde 2007, más o menos en la época en que comencé a escribir este blog. Fuera de este recuento estaba dejando las experiencias menos dramáticas pero no por eso menos importantes y entonces, búm! ¿Cómo sino adultez podrían llamarse todos estos años? Ahí me acordé del profe Risco que decía que era muy difícil dejar de sentirse adolescente, tal vez nunca lo hagan, decía, aunque mi hijo ya tenga diez años, aunque tenga arrugas y un par de propiedades, cuentas inexorables que pagar, muchas plantas y tres mascotas, la conciencia que me hace muy mal tomar y drogarme, ver a mis padres envejecer, creer en muy pocas cosas, dejar de comer cebolla cruda, y un sinfín de pequeñas y grandes cosas que me diferencian de la mujer que era antes de que este caos comenzara, de la que no extraño nada en realidad porque a pesar de todo aun me quedan ganas, desenfreno