Edición Aniversario. V. S. cumple su primer año en el ciberespacio. Que vieja que estoy P.L.C.T.M

Para festejar, la primicia de anoche. Adonde la viste, más de lo mismo no más. Si, pero ahora el espectáculo fue callejiado. Retuérsanse amigas mías hasta el vómito biliar de imaginar aquello. Dos personajes absolutamente ebrios, Alfred y CC, curados saliendo del bar donde trabajaba esa noche la princesa, besándose en la puerta ante el rostro desfigurado por el espanto del Mae que pretendía largarse hace rato. Luego bajar hasta A.P., tambaleándose supongo, para encontrarse con un... no en realidad me estoy puro enredando porque la huevada no partió así. Érase una vez una muchacha que para poder sobrevivir tenía que trabajar como inmigrante ilegal. Aquella tarde comenzó temprano a ganarse el pan integral en el ciber de Leo, el magnate de esta historia. En un momento de la jornada cuando estaba esforzadamente tomando el sol en la vitrina, cual puta de Amsterdam, mira distraída hacia el frente (donde antaño se encontraba la tienda de Carola Destello). Ahí estaba JJ, su amante en fuga, hijo de puta desaparecido desde hace dos semanas de la vida de nuestra protagonista. Enfin, observándola se encontraba de esa manera degenerada con que acostumbra a hacerlo. No le hizo un clásico desprecio de despecho, sino que lisa y llanamente se quitó de su vista sintiendo por primera vez que no se le caían las bragas ante su sola presencia. Ya entrada la tarde, cuando se dirigía hacia su segunda tanda laboral, justo saliendo de donde Leo, aparece sin corcel subiendo el cerro Cárcel el príncipe mendigo y su eterna sonrisa más amplia que nunca. Ahí me acordé que los libros que este huevón me había prestado se me estaban olvidando en el ciber, así que me devolví corriendo y lo alcancé para devolverle los Perros Románticos y quedarme con el Guillaume A. Era la primera vez que hablábamos desde lo del domingo en la madrugada. Ahí me contó que estaba tan contento porque había conseguido un libro rarísimo dedicado por el autor nada menos que a la hija de su poeta favorito, una huevada rebuscada hasta el infinito que aún no termino de comprender pero causa directa de su felicidad eufórica. Chao chao, nos vemos por ahí some day. Como comprenderán yo ya no podía más de regocijo de haber visto en un mismo puto día a este par de huevetas. Así que con todo el ánimo del mundo comencé a trabajar en el bar de un poco más abajo. Así me encontraba, lavando vasos, cantando desafinada una canción de la Mala tal vez ("tengo lo que tu quieres..." tan Lucía y la ABSTINENCIA), cuando aparece en esa barra del infierno. Lo ahogué en ron sin coca-cola. Comentamos a Bolaño, miré su famoso libro donde encontré a mis queridos Modigliani y Foujita, se encontró con otros filosóficos que lo invitaron a su mesa y el dijo que prefería tratar de seducir a la chica de la barra (¿TRATAR?¿Qué es eso aplicado a mi?¿Un puto eufemismo?). Nos miramos y claro está, nos cagamos de la risa. El asunto es que después se fue con todo y su famoso libro. Más bien tarde, llegó un tipo que no había visto ni en pelea de dogs, contando que venía llegando de Europa, que era un artishta y todo el rollo. Me bolseó cigarrillos toda la noche, pero como no suelo ser avara auspiciando Mi Jato, le dí cuanto tabaco demandó. Ahí debí sospechar, "un tabaco", al igual que "acontece", son palabras tan alfredianas, pero me pareció sólo una coincidencia. La huevada es que el socio salió a fumarse un caño y vuelve con este otro pastel pasadito, amiguis del alma ellos y sin su fucking libro, preguntando si yo lo tenía y luego diciendo que se lo había pasado al pintor europeo ese. Tragedia griega. Los que se añoraban y estaban tan contentos de encontrarse empezaron a sacar todos los trapitos al sol para finalizar con un "si siempre fuiste un hijo de puta" mutuo, paralelamente a ese espectáculo yo me embriagaba. Después pasó lo que conté al principio. En A. P. volvieron a pelear. Después partimos solitos y de la mano (conste) a comprar cigarrillos a Bellavista (la verdad es que la tomadura de mano no tenía nada de romántica y si mucho de práctica: mantenernos de pie). Fui sola a la bomba y me dije: "seguro que cuando salgas este culiado ya viró", pero no y al parecer Marta tuvo una especie de premonición porque estaba muy abrazado a un poste, como burro amarrado a la puerta del baile. Ahí se me confunde todo. Recuerdo, por ejemplo que estábamos atracando detrás de un kiosko (parece que me dió con los kioskos) y pasó Camus y nos dijo: "Shhhh, la media parejita". Nosotros estábamos cagados de la risa, felices como cabros chicos, manoseándonos detrás de ese kiosko, loca del peor de los patios, me sentía como una Martuca ilustrada, disfrutando la decadencia máxima. No se cuanto rato estuvimos allí en Bellavista en esa onda. Luego partimos a su refugio okupa. Lo seguí por un corredor oscuro, nos tiramos en la cama, nos tocamos levemente y quedamos raja. Luego me dió un ataque de alergia y entre quedarme ahí tociendo lo que restaba de madrugada, preferí partir. Llegué a casa claro, como ya se me está haciendo costumbre y dormí tan bien...