13 febrero, 2009

Edición especial desde Montevideo

Aquí estoy, sintiéndome nuevamente la antípoda de mi misma sin siquiera haber salido del vecindario. En fin, me encuentro en Tres Cruces toda quemada (yo que pensaba que estas cosas ya no me pasaban) luego de haber pasado toda la tarde de ayer en una playa en el Atlántico, maravillosamente cálido. Pasamos la noche en la cabaña de Fernando, tomando Patricias y hablando las huevadas de siempre un tanto incómodas por una situación que no comentaré. Luego me acosté en un altillo que nadie más quiso a leer a Hank a la luz de la vela como cuanto tenía trece y afuera una luna llena un poco naranja al principio iluminaba los médanos donde de todas formas me podría haber perdido. Ya no llovía como en la tarde, cuando tuvimos que encerrarnos y dormir una sista más o menos obligada porque afuera el viento y la arena pegaban latigazos. Que mejor.