26 abril, 2008
08 abril, 2008
De nuevo sin tiempo para vivir. Ayer llegué a Vergara como a las cinco, comí algo y me quedé raja hasta las nueve de esta mañana. Trabajólica. No, en realidad fue porque el domingo en la noche me junté con mi prima en Plaza Italia, nos tomamos dos botellas de vino, nos dio por crear un negocio (prostitución, of course), y voilà, mi primera borrachera capitalina, lo que no hubiese sido nada terrible si no me hubiese tenido que levantar a las cinco de la mañana para partir al aeropuerto. Lo bueno de la caña del éxtasis es que nada se le compara así que no estuvo tan mal. Así me lo paso perdiendo el tiempo mientras en la vida de los otros pasan cosas dignísimas de contar. Esta historia comenzó a gestarse hace como tres años, en un noviembre de alcohol en la vida de mi amiga Barb y de casada para mi. Recuerdo que una tarde llegaron Barb y Modelo a contarme sus aventuras mientras yo las envidiaba abiertamente (tal vez entonces empezó idearze en mi cabecilla loca eso de mandarlo todo a la mierda y quien iba a imaginar que eso un par de años después significaría que la Modelo y Gonzalo se hicieran novios y toda esa volada tan rara y tan natural al mismo tiempo). Barbarella había conocido a un hombre especial en la plaza bailando brit pop (un lugar que yo aún no frecuentaba y me parecía increíble que se pudiera conocer a alguien en medio de tanta oscuridad). Estaba tan contenta mi amiga, él era tan rico, tan moreno, tan barbudo, tan intelectual, un perfecto como pocos, un soñado. Luego diciembre, carnavales, el obligado exilio de Barb en su puerto de San Antonio, el miembro más antiguo del Club de la Serpiente que se va para otro puerto y que queda la cagada porque conoce a la nefasta TT. Fin de la historia. No hablaron ni se vieron por dos años. secretamente seguíamos sus aventuras porque Fortuna puso en mi camino al miembro número dos del Club y un día nos enteramos que eran amigos de esos íntimos así que entre cacha y cacha y como que no quiere la cosa me fui enterando de los vaivenes de la relación de estos dox que finalmente terminaron mandándose a la misma mierda para felicidad de Barbi. Pero era una de esas felicidades sin esperanzas, después de dos años a una ya no le quedan, era sólo una pequeño triunfo póstumo, que se yo, huevadas de minas. Hasta que una tarde cualquiera la bella Bárbara recibe un imeil del sujeto. Y esas cosas nos revivien las esperanzas al touch, huevadas de minas. Tiempo después, también gracias a mis aptitudes como investigadora, supimos que el muchacho había partido a un lugar de la provincia de Arauco que no nombraremos...(TBC)