06 septiembre, 2007

Ayer casi colapso. Ni bien llegué al Chile Patrimonial y ya tenía pega. Heme aquí pituteando en el ciber del Leo, alma caritativa que siempre se apiada de mis momentos de crisis económicas. Y como con suerte se habitar en la blogósfera (y mal) y la verdad es que soy una analfabeta en términos computacionales, aquí estoy, me pagan y aprendo. También están las razones ocultas, como que puedo comunicarme a destajo por msn, escribir el blog de ficción que siempre desee y donde no podrán acusar de delatar a nadie, bajar música y la última pero no menos importante JOTEAR!!! Es sabido por las muchachas porteñas que esta subida está llena de huachones. Los hay de todos los estilos; los lanas de siempre, resabios de la añeja cultura hippie que adoptan más por resistencia al baño diario y amor a las fibras naturales que por verdadero deseo de amor y paz (suelen ser más bien violentos, UUUUU); los artishtas en gereral, actores, titiriteros,pintores, diseñadores y músicos convencidos que serán las estrellas del nuevo milenio;los acróbatas, malabaristas, contorsionistas y magos con toda su indumentaria a cuestas,los intelectualesh, eternos estudiantes de filosofía, literatos en general, poetas bohemios en particular. Cada uno en su parada vanguardista de Cumming, guapos unos más que otros. Estos hombres de por acá, tan distintos a los choros del puerto que veo desde mi ventana, me producen una sensación contradictoria. Por una parte detesto su infaltable pose, su ese creerse no se qué mierda, la puta superioridad con que suben o bajan la cuesta con,en su mayoría,atléticos cuerpos,y por otra no puedo dejar de observarlos tan ricos ellos, tan estilosos, tan delgados y deseables en su afán de de únicos e irrepetibles. En conclusión, huevones como cualquiera dignos de ser adorados sólo un momento mientras pasan por la calle.