07 agosto, 2007

Hace unos días estuvo de cumpleaños don Ángel, amor de mi vida. Solía recordarlo siempre, por demaciados años pensaba ese día en él con especial atención, pero ahora fue distinto, fue sólo anoche, mientras entraba en ese estado medio catatónico del antes de quedarme dormida, cuando recordé que ya estábamos en agosto, mes de gatos, aniversario de este chico venezolano. Qué ha cambiado? Lo primordial, ya no lo amo, desde hace casi un año que ya no lo amo y extraño amarlo, porque ahora si que siento que no siento nada. Empecé a darme cuenta que ese sentimiento abasallador que entró a mi vida el 18 de junio de 1998 por la tarde en París, Francia, se había ido cuando me encontré con un marsellés en las calles de La Paz, Bolivia, el primero de septiembre de 2006. Fueron similares circunstancias, encontrar a un extranjero en el extranjero (qué coincidencia...), vivir un tórrido romance, separarse sin querer y empesar a presentir que ya no amaba al Ángel, no porque alguien viniera a reemplazarlo, simplemente sentí que ese espacio quedó vacío, me cansé, pasó demaciado tiempo, para variar exageré. La confirmación de esa sospecha vinó tiempo después, cuando recibí un correo desde Houston, Texas, donde me contaba que su vida de intrépido reportero de un periódico petrolero marchaba sobre las ruedas de los altos precios del crudo y que pretendía casarse pronto. Ya todo estaba claro, ese puñal que antes me hubiese herido de muerte, como si recién entonces hubiese tenido que comprender que nunca más íbamos a estar juntos, ni ahora ni el 2018 como me lo escribió en Rayuela, ni nunca jamás (nous ne nous verrons plus sur terre, Guillaume mudo expectador de cuando me tocaba las tetas en su plaza, escondidos tras mi chaqueta fuera de estación porque para mi junio siempre será pleno invierno, manoseos que se volvían cada vez más explícitos y así teníamos que salir corriendo de esa lugar con palomas a su dapartamento en la rue Dareau, para besarnos como locos en el ascensor, con esos besos que nunca más he vuelto a sentir, para hacer el amor como locos en su cama, cosa que nunca más he vuelto a hacer), pero no, fué sólo una noticia, bien por ti muchacho, aunque no sabes lo que te espera, mira que no le recomiendo a nadie eso del matrimonio, mala experiencia, mejor ser libre como los jáparos, free like a bird, pero allá tu si quieres enyugarte de por vida.
Envidio tanto a quienes pregonan haberse enamorado no una, sino tres o cuatro veces. Y me detesto porque esas cosas no me pasan a mi como si el amor pudiese controlarse y aquí de nuevo Julio, si yo también tengo la certeza de que las Julietas o las Albertinas no se eligen. Entonces esperar, confiar en que algún día volveré a tener suerte.