18 junio, 2007


Caña moral, desde el viernes que pretendo hablar de aquello. Y claro, no fue mi primera vez, pero antes de escucharlo de la sabiduría popular del Rumpi, no sabía como definir ese malestar que no se me pasaba con la coca cola. Se quedaba ahí un par de días y era una mezcla extraña entre incertidumbre y vergüenza, pero tampoco cabía en ninguno de estos conceptos, en definitiva, toda esas sensaciones inefables por años ahora si que tienen un nombre. Y en qué consistió mi caña moral del viernes por la mañana? Se conecta con otra de hace como un mes, cuando me encontré en la Sala con un tipo que me gustaba y en una conjunción memorable de mi embriaguez y mi habitual cara de raja le dije que si se quería acostar conmigo. Como iba a negarse si me estaba liquidando de fin de temporada, osea, más barata imposible. Que si me dijo, pero tuve que responderle que tendría que ser otro día porque esa noche yo ya estaba comprometida (andaba con John). A la mañana siguiente me desperté con ese sentimiento de que las había cagado y que aún no identificaba como C.M. (puta que me gusta abreviar), claro que no podía parar de reirme de mi misma por mi patudez. En fin, el asunto es que este jueves de solteros que pasó (con Marcelo nos vamos a la Sala a tomarnos algo pasados a fritanga y a seguir pelando), como nunca íbamos prendidísimos, dispuestos a bailar y a portarnos mal, me lo encuentro en la barra, con una sonrisa literalmente de oreja a oreja, cobrándome la palabra. Traté de hacerme la de las chacras pero no me resultó, pero como aperrada con mis amigos que soy jamás pensé abandonar a mi Cabro Chico por una cacha. Pero las cosas tomaron otro rumbo, mi compañero se me emparejó rápidamente (no vamos a decir con quién) y entre quedarme pagando sola por ahí, perdida y desorientada, decidí ir a cumplir con mi palabra. Llegué chez moi como a las diez, con una caja de néctar de naranja, con la tremenda caña etílica y la continuación de mi caña moral. En el camino, (tampoco confesaré donde) me vuelvo a encontar con mi querido amigo Marcelo, conversamos un rato y concluyó que esas cosas sólo me pasan a mi. Además de la memoria, volví a perder mi reloj y unos aros que recién había comprado a Ale Zárate, vamos a ver como cresta los recupero...