Este finde en San Antonio (donde festejábamos cumpleaños atrasados e inauguraciones), Barb me preguntaba ya con un especie de resignación si iba a seguir escribiendo V. S. Que no sabía le dije, pero supongo que fines de años y enamoramientos ameritan una edición especial. ¿Qué decir al respecto? Que no me di ni cuenta y el próximo mes ya se cumple un año desde que arrivé a esta ciudad y esta navidad uno justito desde que se murió Landa. Asombroso. Ya llevo más de trecientos días montándome en un bus celeste que me tae a Pudahuel a contestar teléfonos y creerme políglota. Hace cuatro corchos (o cuatro canastillos, todo depende de quien sea el coleccionista) que venimos bebiendo champaña del primero para el dos, tradición que instauramos gracias a unos gringos que me regalaron una botella de un buen champán francés como diría Joaquín la noche del primero de octubre y que pretendemos continuar hasta el fin de nuestros tiempos. Que hace cinco terminé definitivamente con el eterno JJ que ya me tenía el corazón y los nervios destrozados, aunque ahora somos amigos de los mejores y declara tardiamente y con fines de verdad detestables que me ama, en fin nada más que hacer con este personaje, sólo quererlo y sentirme orgullosa hasta el infinito por negármele, aunque desde esta postura de enamorada semiconviviente en la que me encuentro es bastante cómodo decirle que no y verlo retorserse de calentura. Yo ya no tengo esos apremios. ¿Que si me divierte ? Sólo un poco, me satisface más mi voluntad que verlo así. Me he pasado transcribiendo mis cuadernos de viaje a esta máquina y el tiempo se me viene encima y me demuestra como es sorprendente. Ahí estaba el 23 de octubre de hace un año con una caña infernal y sufriendo amargamente por el uno o por el otro, sintiendo absurdamente la falta de amor. Y heme aquí, todo nuevo viviendo un amor inimaginable, tarada de pasión, suspirando por todos los rincones, insomniada si me faltan los besos en la espalda y los buenos días en vivo y en directo, planeando cualquier día libre para arrancarnos de esta ciudad que tan bien nos trata, imaginando nuestras noches en mi nuevo espacio donde el Dr. tendrá también su despacho. Estoy más que cagada y lo peor es que me gusta.
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