No sé porqué extraña razón todo está mejor, al parecer la mala onda emprendió el vuelo. A pesar de que ya tengo pega, creo que esto de la vida sabática es algo que se lleva adentro, un estado de ánimo alejado de las presiones sociales. Al estar parada en la puerta de Journal y que cada hombre entrado en años que pasa me cuente que antes ahí mismo estaba un bar llamado Nabor, que era la cagada, que se llenaba de estibadores vestidos de overol (esto es cosecha de mi parte) como me dan ganas de haber estado en ese mismo lugar en otro tiempo. Parece que las cosas eran mejores antes, según lo que me han contado, los polis no tenían permiso para entrar al epicentro de la lujuria porteña, en aquel entonces si que mi barrio era sólo para valientes. Seguramente me hubiera trenzado en alguna disputa por uno de esos trajes azules manchados de grasa, yo tan visceral como dicen por ahí, tendría, si fuera vieja, una cicatriz en la mejilla como recuerdo de años mejores, cuando los hombres eran de verdad, cuando valían la pena. Pero las realidad es otra, aún voy hacia el tiempo, como me hace creer Hank, todavía puedo ganarme la lotería, comprarme un velero y partir al Mediterráneo, todavía puedo enamorarme de nuevo, todavía puedo volver a creer en algo y claro, encontrar mejores gentes.
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