20 noviembre, 2024

 Tengo el permiso de residencia. Fue tanta la angustia que experimenté estos meses que no pude sentir una alegría desbordante cuando lo supe. Sólo una especie de alivio y esa sensación de volver un poco a mi centro. Con JC hemos tenido días difíciles, una vacaciones fallidas y un episodio de sobrereacción a los que soy tan propensa. A veces me da miedo lo irracional que puedo llegar a ser; de pronto me transformo en esa niña de los primeros años de la adolescencia que ya de alguna manera intuía la complejidad de la vida y se negaba  a aceptarlo. Lo que me desborda es la rabia y cuando eso pasa no hay vuelta atrás, me nublo y hago pendejadas como irme a mi casa caminando a la mitad de la noche con cero grados y casi desnuda. Un demonio infantil y cruel se apodera de mi y miro a los que amo como si los odiara y luego ya no hay manera de deshacer esas miradas por muchas disculpas que se pidan. A pesar de aquello, de que no puedo revertir el tiempo, me gustaría volver atrás y poner algo de dulzura, que sé que la tengo, en esa mirada asesina, amor en la dureza de mis palabras, compasión en mis juicios más feroces. Lo único bueno de volver a comerter los mismos errores es que si tienes algo de sabiduría, puedes analizarlos desde cierta perspectiva. Lo que hago queriendo dañar al otro no es nada más que una forma de hacerme daño a mi misma, el masoquismo y el autosabotaje hacia quien debería tratar con más amor.