22 septiembre, 2024

 Llueve. No me di cuenta cuando fue el último día que puede ir al rio a tomar sol, con los grillos por todas partes augurando felicidad y un rana saltándome encima. Se acabó el tiempo del topless. Falta poco para que no podamos salir a hacer excursiones ni a correr cuesta abajo. Después de haber pasado casi en un año entero en primavera-verano la idea del invierno y sobretodo un invierno como éste no me seduce para nada. Tengo miedo. En realidad ni siquiera tengo la certeza de si puedo quedarme, aunque lo mas probable es que lo haga. El calor que me ofrece este lugar es de otra índole y esta vez creo que lo aceptaré.

Poco después de mi operación, la depresión volvió con igual fuerza, pero como tenía que vender el contenido de cuatro casas, preparar todo para irme, hacerme los chequeos médicos correspondientes, trámites y demaces, no tuve el tiempo para tomármela muy en serio. Además prevalecía la idea que, como en ocasiones anteriores en las que me había sentido así, no era más que una profunda tristeza que pasaría sola, sobretodo teniendo en cuenta la perspectiva del cambio de vida. Claramente estaba equivocaba y a eso sumarle las estupideces que cometí. Como siempre me dejé tentar por promesas vacías, la ridícula idea que las personas cambian en su escencia y volví con JJ . Es más, me fue a buscar. Cerramos un ciclo que habíamos abierto diez años antes cuando también dejamos todo atrás (mas bien yo) y partimos con guagua, gato y casa a cuestas en busca del sueño rural, que al final se develó como sólo mío. Pero me fue a buscar y se lo agradezco como algunas otras cosas que hizo por mi. Ese finde era la final de la copa del mundo y viajamos tarde solo para ver el mejor partido de la historia. La verdad lo que más recuerdo fue una cacha memorable que nos pegamos en el entretiempo. La noche anterior ya me había hecho un pequeño escándalo por celos supongo. El viaje fue lindo, fines de diciembre por la Panamericana, había movimiento, vida, que era lo que estaba buscando. Llegamos a Valparaíso muy temprano, amaneciendo y el amor que siento por esa ciudad se mezcló con el poco amor que me quedaba por él y supongo que eso me hizo embarcarme en esa relación de nuevo. Me fui a vivir con él, se suponía que por poco tiempo porque ya había tomado la decición de migrar y aquello era algo inminente. Todo eso duró sólo un día. Estábamos felices tomando cerveza en la Aníbal Pinto cuando me llamaron del hospital de mi pueblo para comunicarme que el pap me había salido malo y que en el mejor de los casos tenía pre cáncer